Tu grupo social te puede hacer enfermar: El entorno psicosocial

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«El hombre es un lobo para el hombre» (Plauto)

Como vimos en el anterior artículo del blog a veces los patrones de salud y enfermedad son mejor explicados desde un punto de vista grupal. Según el epidemiólogo Geoffrey Rose, en vez de preguntarnos el motivo de que un individuo enferme debemos preguntarnos por qué una población o incluso un grupo reducido de personas homogéneo tiene una distribución particular del riesgo a enfermar.

Ya explicamos la importancia del estatus social y el oficio de una persona sobre su morbi-mortalidad. Hoy nos vamos a centrar en la implicación de los grupos sociales sobre la salud de los individuos. La ciencia sabe que las relaciones sociales pueden influir en nuestras emociones y por ende en nuestra biología y calidad de vida.

LA EXPLICACIÓN ANTROPOLÓGICA

El ser humano es un animal social. Somos el ser vivo que más tiempo estamos necesitados de una protección parental mientras maduramos mental y físicamente.

En sociedades paleolíticas los líderes destacaban y tenían privilegios pero no debían acaparar lo que quisieran porque el grupo se revelaría, por el contrario nadie podía «escaquearse» pues también se pondría en juego la supervivencia de la tribu. Esto creaba una sociedad fuertemente unida a través de la igualdad y la colaboración. Como ya vimos en anteriores artículos las desigualdades son una fuente de problemas de salud.

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En un entorno hostil el exceso de soledad disminuye nuestra capacidad de supervivencia debido a que somos seres cooperativos. Acciones como cazar, luchar, construir refugios o incluso dormir son más eficientes cuando se realizan en grupo. El trabajo grupal es sinérgico, es decir el efecto grupal es superior a la suma de las partes aisladas.

En épocas anteriores a la revolución industrial vivíamos en grupos sociales pequeños. Actualmente en plena era de la información tenemos más lazos sociales que nunca y sin embargo las cifras de soledad no paran de crecer (enlace) y se las relaciona con el también gran incremento de las enfermedades mentales (metaanálisis).

Está demostrado que las personas con fuertes lazos sociales tienen una mortalidad menor (estudio).

El estudio de Alameda analizó la relación entre lazos sociales y mortalidad. Tras 9 años de ensayo longitudinal se concluye que el aislamiento social aumenta en 2,3 veces las probabilidades de morir prematuramente en hombres y en 2,8 veces en mujeres. Para dicho estudio se aislaron el resto de variables como salud autopercibida, estatus socioeconómico, hábitos de vida (fumar, alcohol, obesidad, actividad física…) y el uso de servicios sanitarios preventivos (estudio).

LA EXPLICACIÓN FISIOLÓGICA

Hasta aquí muchos pensaréis que los problemas de salud graves como infartos o cáncer o incluso la obesidad no pueden ser causa de discusiones, sentimiento de soledad o falta de abrazos, por ello en el siguiente apartado vamos a intentar explicar la relación entre lo social, lo emocional y lo puramente biológico. Los demás influyen en nuestras emociones y siguiendo el efecto cadena, en nuestra salud.

Este estudio es un buen ejemplo de lo explicado, en el se vio que las discusiones matrimoniales (aspecto social) impactaron negativamente en nuestros niveles de estrés (aspecto emocional) hasta tal punto que podían producir moléculas proinflamatorias, como IL-6, que disminuirían los procesos de curación de heridas (aspecto biológico).

En la misma línea de estudio que el artículo anterior se vió en un ensayo clínico que la propia discusión influía en el gasto metabólico y la utilización de los nutrientes. Las peores discusiones tenían resultados de mayores niveles de insulina, menor gasto calórico (128kcal/día que implican una ganancia de más de 3 kilos al año) y mayor aumento de TNF-α (factor de necrosis tumoral).

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En relación al matrimonio, discusiones y salud, se vió que las personas mayores y sobre todo las mujeres eran más propensas a tener problemas cardiacos en situaciones de conflictos de pareja (estudio).

En otro estudio se expuso al virus de la gripe a un grupo de sujetos y se observó que los que más relaciones sociales tenían y más abrazos recibían menos sintomatología sufrían (estudio). Este otro estudio encuentra la misma relación entre lazos sociales e inmunidad pero concluye que los hábitos de vida son factores de peso en este sentido y podrían actuar como factores confusores.

En los casos en que la situación social influye en las emociones y estas en la biología humana provocando variaciones en el bienestar individual hablamos de efectos directos de las relaciones sociales sobre la salud.

LA EXPLICACIÓN SOCIOLÓGICA

Dicen que somos el promedio de las 5 personas más cercanas de nuestro entorno. Es difícil encontrar a alguien que llegue a ser tan firme en sus principios que no actúe en base a las influencias de otros. En la infancia esto es aún más notable como demostraron los experimentos del famoso psicólogo Albert Bandura.

Esto refuerza la teoría del ser humano como ser social y se puede explicar por las neuronas espejo, las cuales son necesarias para el aprendizaje y por tanto para la supervivencia, sobre todo en edades tempranas. Defectos en estas neuronas se han asociado a problemas tales como el autismo (estudio). 

El «experimento del muñeco bobo» de Bandura, consistía en que unos niños presenciaban como los experimentadores maltrataban a un muñeco para que luego se viese cómo los pequeños al quedarse a solas con este hacían lo mismo sin que nadie les dijese nada.

Veamos como puede afectar en diferentes aspectos de la vida las relaciones sociales:

Alimentación: La Universidad de Alabama desarrolló en 2013 la Escala de alimentación palatable (sabrosa), es decir motivaciones para comer más allá de lo puramente fisiológico (estudio). En esta se obtuvieron 20 motivos de los cuales solo 3 eran de carácter puramente hedonistas y asociados a las respuestas estimulantes de los alimentos, el resto fueron motivaciones psicológicas (6) y sociológicas (11). Sorprendentemente aspectos como no sentirse excluido en el grupo o agradar a otros superaban al resto de motivaciones.

La presión social en el tema de la comida es más importante de lo que parece (estudio), hasta el punto que comer con alguien que coma más que nosotros nos puede hacer que comamos más (estudio). En personas con menor autocontrol la situación puede ser aún más desastrosa (estudio).

Algunos estudios explican esto por un proceso instintivo de mimetización grupal, es decir adaptarse a la situación social a pesar de tener otros ideales individuales con el objetivo de no sentirse excluido. Hay que tener en cuenta que la exclusión social es uno de los mayores temores de cualquier persona, posiblemente porque venimos de un pasado en el que ser expulsado de la tribu implicaba disminuir enormemente la supervivencia.

Drogas y alcohol: No es necesario presentar ninguna referencia sobre el mayor consumo de alcohol o drogas en los jóvenes como forma de integración social o incluso como rito de paso, sin embargo es muy interesante ver que la ciencia empieza a ver la relación entre las neuronas espejo y los hábitos tóxicos. Estas neuronas son las que nos permiten el aprendizaje por imitación (ver y luego actuar). Por ejemplo en un estudio de la Clínica Mayo se vio una mayor excitación de las neuronas espejo en fumadores que veían vídeos de personas fumando (nota y estudio).

Normalización de los malos hábitos: En muchas sociedades la obesidad es vista como algo cada vez más común y aceptado (estudio), prueba de ello es el incremento de esta pandemia a nivel mundial sin que se hagan campañas de prevención o concienciación que si se hacen con otros problemas menores como el SIDA por ejemplo.

Si le das a tus hijos un desayuno de verduras y huevos en vez de cereales de desayuno eres raro y si en el trabajo tomas frutos secos en vez del típico café con bollería es que te estás obsesionando con la salud.

Otro estudio en la población de Alameda demostró que las mujeres de raza afroamericana tenían una tendencia mucho mayor a coger peso que las mujeres de raza blanca, ganando 9 kilos más de media tras 34 años de estudio. En el mismo ensayo no hubo diferencias significativas entre hombres de raza negra y de raza blanca. Una de las hipótesis explicativas de los investigadores era la situación socioeconómica, la otra era la diferencia en la percepción de belleza de las mujeres negras y blancas (estudio).

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La tribu Bodi (Etiopía) es un buen ejemplo de diferencias de percepción de la belleza y presión social en relación a la salud. Los hombres jóvenes tienen como rito de paso una competición de conseguir ser el más gordo de la tribu en un corto periodo de tiempo.

Pertenecer a un grupo social nos hace adquirir unos hábitos determinados los cuales serán los responsables de nuestra salud o enfermedad tal y como ocurría con las mujeres de Alameda o la tribu de los Bodi (en este caso hablamos de efecto indirecto de los grupos sociales en la salud individual).

CONCLUSIONES

Somos seres sociales y por ello hemos vivido en grupos desde siempre. La sociedad y nuestras relaciones con los demás son un factor muy determinante de nuestra salud y enfermedad. El desarrollo tecnológico nos da una comodidad que nos hace perder la profundidad en las relaciones debido a la facilidad que tenemos para conseguir las cosas sin la ayuda de los demás.

La sociedad acepta y hasta llega a favorecer y fomentar los malos hábitos. Sin embargo el problema viene luego cuando la persona enferma es estigmatizada. En este caso la sociedad hace presión social intentando que cambien pero agravan más el problema.

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El efecto rebaño puede ser muy poderoso y a veces nos afectará incluso de forma incosciente.

 

La socialización es un determinante muy importante de la calidad de vida. Aun así somos conscientes de que es una variable más y que actualmente no se conoce el peso total que esta tiene en la enfermedad respecto a las otras.

RECOMENDACIONES PARA SOBREVIVIR AL ENTORNO SOCIAL

  • Busca tu grupo social o tus grupos para cada objetivo de tu vida e intenta que estos estén alineados con tus propósitos. En algunos casos el grupo puede ser una fuente de malestar más que de apoyo.
  • Evita conflictos o relaciones tóxicas. En este sentido una mascota puede ser un fiel amigo fuente de muchas alegrías.
  • En el caso de amigos o familiares que te hacen llevar hábitos inapropiados deberás afrontar la situación de manera directa para evitar que consigan dominarte.
  • En ocasiones busca tu espacio para desconectar de todo y de todos. Somos seres sociales pero la soledad dosificada puede darnos muchos beneficios.
  • No pierdas tiempo con tus seres queridos por cosas innecesarias. El ritmo de vida actual nos hace que no sepamos distinguir, como dice un famoso anuncio «lo importante es saber que es lo importante».

En nuestra consulta de educación nutricional y alimentación emocional trabajamos a fondo estos aspectos desde un punto de vista individualizado. Si piensas que podemos ayudarte no dudes en contactar con nosotros. 

2 comentarios en “Tu grupo social te puede hacer enfermar: El entorno psicosocial”

  1. Marina Camacho Rubio

    Muy buenas tardes, a todo el equipo de “SimplyHealth”, y al redactor, en particular. Espero que estéis teniendo una buena jornada de domingo.
    En primer lugar me gustaría felicitarle por la elaboración de este blog que sin duda va a pasar a formar parte de mi lista de “lecturas (gratamente) obligatorias” por la cantidad y calidad de información científica que acabo de comprobar que aporta. Muchas gracias por tu trabajo.
    Centrándonos en esta entrada en particular, he de decir que me parece muy acertada la perspectiva orientada a la Psicología Social, Psicología Evolutiva y Psicología de la Salud que has acogido.
    Analizar la conducta de un sujeto de forma aislada de la de su entorno sería un error. Como seres sociales que somos, nos vemos influidos inevitablemente por nuestro círculo social (y por la sociedad en general). Por tanto no podemos olvidar que la conducta, en este caso alimentaria, no puede entenderse en toda su complejidad si obviamos el factor relacional.
    Teniendo esto en mente, no es de extrañar que, como has mencionado, el aislamiento social correlacione con un mayor riesgo de padecer trastornos mentales y con una mayor tasa de mortalidad. Es decir, vivir en sociedad sería un factor protector de nuestra salud.
    El contexto social ejerce un papel mediador en los hábitos de salud, pero también de enfermedad. Esto puede observarse con claridad, como citabas, en el caso del consumo y abuso de alcohol, cuyos mejores predictores parecen ser la iniciación por parte de los padres y la creencia de los pares de que facilita la diversión. Mientras que, por otra parte, se ha observado que contar con una red de apoyo social es una de las condiciones más importantes para evitar las conductas de riesgo y promover un comportamiento saludable.

    En relación a lo expuesto quisiera mencionar, sin ahondar mucho en el asunto, el Modelo de Creencias de Salud formulado originalmente por Becker y Maiman (1975) en el que se subraya la importancia de dos factores en la adopción de una conducta de salud: la percepción de susceptibilidad personal a la enfermedad y la severidad percibida de las consecuencias de la misma. Entendiéndose por conducta de salud aquellas realizadas para prevenir la enfermedad. Esto implica que se ha contemplado que muy posiblemente nos veamos menos vulnerables “que la media” a enfermar y por esta razón, en parte, con frecuencia, actuemos de forma no saludable creyéndonos lejanos al riesgo (para protegernos del malestar psicológico que genera sentir que estamos actuando mal o en contra de nuestro propio beneficio). Sería una manera de justificar nuestra conducta (que es algo que nos encanta hacer para sentirnos coherentes con nuestro pensamiento). “Yo bebo pero no creo que vaya a caer nunca en el alcoholismo ni vaya a enfermar por el daño que hace a mi organismo. Fumo pero es muy difícil que justo a mi padecer cáncer (nos percibimos como protegidos por una burbuja pese a conocer los porcentajes de incidencia de muchas de las enfermedades: ¿por qué no “te iba a tocar” a ti?). Como mal pero no creo que vaya a tener repercusiones en mi salud.” Tiene sentido que hagamos este tipo de distorsiones cognitivas porque sino ¿cómo íbamos a seguir actuando así sabiendo que hacemos mal?

    A modo de sugerencia se me ocurre que podrías también relacionar todas las variables comentadas con el ESTRÉS, factor clave en el abordaje de las posibles razones por las que se puede debilitar el sistema inmune y enfermemos, siendo el apoyo social un recurso fundamental para combatirlo, que podría explicar, si bien parcialmente, su poder protector ante la enfermedad.

    Otro tema objeto de estudio podrían ser los distintos tipos de personalidad (A, B, C y D) que la Psicología de la Salud ha demostrado que correlacionan con determinadas enfermedades.

    Por otra parte, me parece muy interesante el estudio de cómo cambia la conducta alimentaria si se come solo frente a si se hace en compañía.

    Asimismo, creo que es crucial (y estaba olvidando comentarlo) el punto de vista al respecto del Conductismo, en particular, del Condicionamiento Clásico. Dicho de forma muy sencilla y entrecomillada: la asociación más o menos inconsciente que solemos hacer respecto a la comida más sabrosa (y normalmente menos saludable) a momentos agradables, con amigos, familia, etc. En contraposición, solemos realizar asociaciones de la “comida sana” a situaciones displacenteras. Por ejemplo: si comemos brócoli cuando estamos hospitalizados por una intervención quirúgica es muy posible que en futuras ocasiones en las que nos encontremos con el estímulo “brócoli” nuestra respuesta sea de rechazo puesto que nos recuerda a lo mal que lo pasamos cuando estuvimos enfermos. Esto es aplicable tanto a niños como mayores. Comidas familiares, situaciones de excesos, situaciones en las que los más pequeños consumen un exceso de azúcar (cumpleaños, etc), el fin de semana tan asociado al bienestar y el descontrol, son muy dadas a este fenómeno.
    Asimismo, en mi opinión, también merece especial atención la Teoría de la palatabilidad, mencionada indirectamente en este artículo, que pondría de relieve que las personas nos sentimos atraídas no solo por el sabor de los alimentos, sino también por el olor y textura de determinados nutrientes (grasas y azúcares).
    Hecho que podría ser clave en el desarrollo de obesidad que, desde este abordaje, sería el resultado de una combinación entre una preferencia marcada biológicamente por los alimentos grasos y una cultura industrializada que proporciona un acceso ilimitado a este tipo de productos. Existiría, asimismo, una serie de factores que se modificarían a medida que la persona gana peso, rompiendo los mecanismos biológicos que sirven para estabilizarlo, hasta llegar a una situación en la que, sin necesidad de una elevada ingesta, el cuerpo seguiría ganando peso de forma continua (aumento de problemas para la movilidad, que contribuirían a un descenso de la misma; dolores, cansancio, sentimientos de culpa, descenso de la autoestima, ansiedad, que aumentaría la probabilidad de ingesta emocional para calmar el estrés; o las propias dietas hipocalóricas).
    Con respecto a lo que decías sobre que “hay que tener en cuenta que la exclusión social es uno de los mayores temores de cualquier persona, posiblemente porque venimos de un pasado en el que ser expulsado de la tribu implicaba disminuir enormemente la supervivencia.”, se podría añadir, por su poder ilustrativo, la famosa Pirámide de las necesidades de Maslow, en la que se contempla la necesidad de afiliación, de pertenencia a un grupo. Necesitamos la aceptación de los demás, por esta naturaleza social de la que hablábamos. Y en este sentido la población adolescente representa la etapa de mayor vulnerabilidad, en la que encajar se convierte en una “necesidad básica”. En palabras “de estar por casa”: nadie se siente especialmente cómodo con la idea de ser un “bicho raro” o al menos es difícil llegar a la aceptación y valoración de lo que en uno mismo o en los demás vamos que se sale de la norma. En esto están implicados numerosos fenómenos sociales, estudiados, contrastados y bien conocidos a lo largo del desarrollo de la Psicología Social.

    Esto enlaza con lo que argumentabas en cuanto a que “si le das a tus hijos un desayuno de verduras y huevos en vez de cereales de desayuno eres raro y si en el trabajo tomas frutos secos en vez del típico café con bollería es que te estás obsesionando con la salud”.
    Me parece un asunto muy interesante a la par que importante por la indudable evidencia de la mejor consolidación de la adquisición de hábitos desde la infancia. Por su indeseable repercusión, creo que deberían tomarse medidas como una cuestión de Salud Pública, de manera que se realicen campañas de promoción de la salud que sean verdaderamente útiles (sin poder librarnos de los intereses económicos de las grandes empresas de alimentación, que no parece que estén pensando en nuestra salud).

    Desde otro ángulo, el estudio de la población afroamericana me inspira que también sería interesante hacer un análisis de cómo han cambiado los canones de belleza, que influencian la conducta alimentaria de la sociedad, a lo largo de la historia. En algunas sociedades o en algún momento de la historia tener un mayor peso corporal y una silueta más ancha se percibía como atractivo, símbolo de status económico, fuerza o fertilidad, y en otras no.
    Un ideal de belleza muy delgado (inalcanzable para la mayoría de la población normal) no solo acarrea problemas de tipo psicológico de autoestima, sentimientos de inferioridad o depresión, sino también el desarrollo de una relación inadecuada con la comida y la imagen corporal, siendo un factor importante en la mayor incidencia de trastornos como la Anorexia Nerviosa, la Bulimia Nerviosa, el Trastornos por atracón o el Trastorno dismórfico corporal. Todo ello podría compararse con lo que ha ocurrido sobre el ideal del color de la piel, más bronceada en la actualidad y menos en el pasado, que lleva a problemas como la Tanorexia, las quemaduras y el cáncer de piel.

    Por último comentar respecto a tu aportación sobre tu recomendación: “en ocasiones busca tu espacio para desconectar de todo y de todos. Somos seres sociales pero la soledad dosificada puede darnos muchos beneficios.”, la importancia de aprender a disfrutar de la soledad y de uno mismo, evitando el desarrollo de una excesiva dependencia hacia los demás de cualquier tipo, en la medida de lo posible.
    El contexto social te hace bien, por supuesto, pero también, en ocasiones, puede conducirte a hacer algo que tú realmente no quieres o que no es deseable para tu salud. Ser conscientes de esta limitación humana nos puede servir como herramienta para conocer que existen terceras variables que pueden mermar que alcancemos nuestros objetivos y actuar en mayor consonancia con nuestras propias decisiones, teniendo una visión global de cómo puede estar influenciada nuestra conducta.

    Una vez más, gracias.

    Marina Camacho Rubio
    Graduada en Psicología en la Universidad de Murcia (2017)

    1. Enrique-Simply Health

      Hola Marina, comentarios como el tuyo nos hacen que las tardes de domingo sean mejores!

      Nos agrada mucho que el artículo y el blog te hayan gustado.

      En cuanto a tu respuesta nos gustaría remarcar el tema del modelo de Creencias de Salud por Becker y Maiman (1975) en el cual se explica que las personas no nos cuidamos debido a que vemos la enfermedad como algo muy a largo plazo. Esto nos hace diferenciar 2 tipos de daños; el daño agudo, por ejemplo envenenarme por comer carne en mal estado (nadie con sentido común lo haría) y el daño crónico, me «enveneno» por tomar durante 30 años un exceso de azúcar pero en vez de tener una intoxicación adquiero diabetes (enfermedad crónica).

      El problema es que el daño crónico es percibido demasiado lejano para mucha gente como para tomar acción. A esto hay que sumar lo confundida que está la gente con el origen de la enfermedad, seguimos pensando que los problemas de salud son una lotería y que podemos hacer cualquier cosa ya que «cuando me toque me tocará».

      En cuanto a los tipos de personalidad es un tema que aun no hemos profundizado pero que podría relacionarse con los estilos de vida que las personas llevan, hay personas que prefieren ser más «epicureos» o hedonistas y vivir el momento y otros que tienen una filosofía de vida más «estoica» en la que se es consciente que las decisiones que tomas ahora pueden tener resultados en un futuro muy lejano.

      un saludo y gracias por tu comentario

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