Posición socio económica y enfermedad. La importancia del trabajo en la salud

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«Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida» (Confucio)

Hasta ahora hemos hablado del concepto de salud como algo individual propio de los hábitos y circunstancias del individuo, sin embargo el riesgo individual no se puede aislar del riesgo grupal debido a la importancia de los factores sociales. En algunos casos se puede predecir la calidad de vida según los determinantes sociales de salud como lugar de residencia, el puesto laboral o los ingresos.

En anteriores artículos vimos como las diferencias socio-económicas entre naciones causaban diferencias en salud. Esta relación puede verse en grupos más pequeños como puede ser la población de una misma ciudad o incluso los trabajadores de una misma corporación.

El tipo de oficio elegido nos permite un sueldo que implicará un poder y una libertad económica determinada. Además nos da una posición de estátus social que a nivel emocional puede marcar muchas diferencias en términos de salud.

El problema surge cuando tenemos poca capacidad de elegir dicho trabajo, pues como veremos a continuación esto puede determinar nuestra morbo-mortalidad.

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Los lunes por la mañana según la Universidad  de Tokyo es el momento más habitual para sufrir un infarto asociado a altos niveles de estrés crónico, «muerte por trabajar» (noticia). Es típico relacionar este estrés de trabajo a los altos directivos con multitud de responsabilidades, sin embargo esta visión podría ser errónea.  

LOS ANTECEDENTES HISTÓRICOS

Ya en 1700 Bernardino Ramazzini publica un estudio en el que analiza cuales eran las enfermedades y dolencias más típicas de 41 oficios diferentes y destaca el papel del factor socio-económico como el más importante a la hora de provocar la enfermedad.

En el siglo XIX Luis Villermé estudio las diferencias en términos de salud entre los trabajadores de las fábricas de la Francia industrial y los directivos de dichas fábricas. En su  estudio denunciaba que las largas jornadas de trabajo de los obreros (hasta 17 horas), las distancias entre las viviendas de estos y las fábricas o los bajos sueldos eran motivos de degradación social y pérdida de salud.

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Es importante dejar claro la sutil diferencia entre la palabra desigualdad e inequidad. La segunda implica injusticia. Por ejemplo lesionarse al correr una carrera popular es una desigualdad en salud, sin embargo desarrollar un cáncer por llevar décadas trabajando expuesto a sustancias nocivas como el amianto es una inequidad ya que el tener dicho trabajo es altamente dependiente del estrato social.

Ya a principios del siglo XX con la era bacteriológica se acusó a los microorganismos de ser los causantes de la enfermedad dejando en el olvido la relación directa entre miseria y enfermedad. Se tiró por tierra el trabajo de estos pioneros en salud social u otros como Chadwick o Peter Frank (de los cuales ya hablamos en artículos anteriores).

LOS ESTUDIOS QUE CONTRADICEN AL MODELO SANITARIO ACTUAL

Como ya vimos en artículos anteriores el modelo sanitario tiende a la intervención antes que la prevención y acota la salud al entorno hospitalario. La industria biomédica no puede permitir que se demuestre que los aspectos sociales pueden salvar más vidas que sus tratamientos farmacológicos como ya hizo en su tiempo Marc Lalonde.  

Cuatro años después del famoso informe Lalonde, el Departamento de Salud y Seguridad Social del Reino Unido encarga a Douglas Black un informe sobre la salud social del país. Tras 3 años de trabajos Douglas entregó dicho informe, el Black Report, en el cual se observó con gran detalle que había una distribución de desigualdades en salud relacionadas con aspectos sociales (inequidades).

Los expertos de la época esperaban que la respuesta a estas desigualdades fueran fruto de la mala gestión de los sistemas sanitarios, sin embargo los sueldos de las personas, el empleo, la educación, la vivienda, las condiciones de trabajo y la dieta demostraron tener mucho más peso en la calidad de vida de los ingleses (estudio).

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El informe Black además se convirtió en un documento histórico porque tal fué su impacto que se convirtió en un «best seller» de la época. Cosa nada habitual para un frío documento científico que además era un informe oficial de la administración inglesa (enlace y libro).

Cosas como que mejorando las condiciones de trabajo se hubieran salvado la vida de 10.000 niños en 2 años, que las diferencias sociales eran mayores que en Francia a pesar de los grandes esfuerzos económicos del país por crear el National Health Service o que la esperanza de vida pasó de ser la 5º mayor del mundo en 1960 a la 15º en 1978 enfadaron mucho a los contribuyentes británicos. 

Una de las implementaciones aconsejadas en el reporte fué la de registrar la clase ocupacional en la entrevista médica para así poder tener datos epidemiológicos más fiables en relación a este tema. Sin embargo la crítica más dura fue hacia la ineficiencia de los recursos malgastados en industria biomédica y robados a otras partidas como la mejora de ingresos, más guarderías, mejora de las condiciones de trabajo o mejora de las viviendas.

Se aconsejaba invertir 37 millones de libras en las zonas más desfavorecidas para de este modo mejorar la salud general media de toda la población inglesa.

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Sin embargo el gobierno de Margaret Thatcher se negó a hacer caso a los estudios excusándose en la imposibilidad económica de hacer frente a esas medidas y además puso en duda las conclusiones del estudio llegando a encargar trabajos posteriores que lo rebatieran.

Solo 2 años más tarde volvió a surgir un macro estudio longitudinal también en Inglaterra que confirmaba el Black Report, el estudio Whitehall, en el cual se analizóde forma longitudinal (durante 15 años) la mortalidad de 18.100 funcionarios. Se volvió a ver que los empleados de menor rango tenían más del doble de probabilidad de morir prematuramente (entre 40-64 años) que la media del estudio

Lo curioso fue que incluso ajustando o eliminando factores confusores como podría ser tabaquismo, obesidad, sedentarismo o glucosa alta, el riesgo cardiovascular de los funcionarios de menor rango laboral era 2 veces mayor que el de los directivos.

En este caso no se polarizó la muestra, es decir, entre los sujetos no había ni gente pobre o marginal ni tampoco los más ricos del país. Esto demostró que la salud-enfermedad es un gradiente tanto a nivel individual como social y no un estado binario (estudio).

En estudios más recientes en Inglaterra y Gales se sigue viendo lo mismo. El tipo de empleo puede influir en la esperanza de vida de las personas como vemos en la siguiente gráfica (estudio).

 

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La clasificación laboral está hecha por el British General Register. Como ejemplo de profesionales ellos tenemos a médicos o abogados, como directivos y técnicos a enfermeros o maestros, como expertos no manuales a oficinistas o secretarios, como manuales cualificados a conductores o carpinteros, como parcialmente cualificados a trabajadores del campo u obreros y como no cualificados a barrenderos o porteros. Los profesionales son los de mayor esperanza de vida y conforme decrece la formación lo hace también esta. 

ANALIZANDO LOS MOTIVOS

 

El sueldo

En éste estudio se observó que las personas con un salario menor a 30.000 $/año tenían una incidencia del 10,6% de tener enfermedad cardiovascular mientras que los que tenían un salario anual superior a 80.000 $ solo había un 2,7% de incidencia.

Otras investigaciones posteriores en las que se eliminaron los factores confusores como raza, ingresos, empleo, tabaquismo, depresión, aislamiento social, obesidad y sedentarismo, observó que las personas que viven en barrios pobres tienen el doble de riesgo de morir prematuramente respecto a los que viven en barrios ricos (estudio). La depresión y el sentimiento de mala salud también se asocia al lugar donde esté la vivienda (estudio).

En 75.000 $/año de sueldo se ha situado la mínima cantidad necesaria para tener felicidad y bienestar tras estudiar las respuestas de 450.000 personas en relación a esto. En dicho estudio se correlaciona el mayor ingreso con mayor bienestar pero a partir de dicha cifra no se observan incrementos en la felicidad percibida.

 

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La relación entre bajos ingresos y mala salud puede explicarse por la pirámide de Maslow o pirámide de las necesidades en la cual se explica que solo cuando se han superado las necesidades más básicas podemos sentirnos auto-realizados. Si el sueldo no da para cosas  como comer difícilmente se van a poder llevar unos hábitos de vida correctos. 

El estatus social

Los mismos autores del estudio anterior evaluaron también la siguiente pregunta, ¿prefieres ganar 50.000 dolares anuales de sueldo sabiendo que los demás ganan la mitad o prefieres ganar 100.000 sabiendo que los demás ganan el doble? La respuesta sorprendentemente en la mayoría de ocasiones era ganar menos siempre que se estuviese por encima de los demás.

Con esto entendemos que no solo es importante el cuánto, sino el cuánto respecto a los demás, pues el ser humano es un animal jerárquico y social hasta tal punto que solo el ganar algo más que nuestro entorno puede mejorar nuestras emociones y nuestra salud. A nivel biológico un estatus mayor implica mayor seguridad y más opciones de procrear.

La propia tarea

La función que se desempeña en un trabajo también puede marcar una diferencia y también puede explicarse con la pirámide de Maslow y el nivel de autorealización conseguido. 

En un estudio se observó que el grado de control o poder de decisiones en el entorno laboral era un factor asociado a la enfermedad coronaria, llegando a verse el doble de incidencia de dicho problema en personas con bajo grado de control del trabajo (estudio).

Los horarios son otro de los factores que pueden influir en esto, por ejemplo los trabajos en turnos nocturnos tienen graves implicaciones tanto a nivel de salud fisiológica como social (enlace).

Otros aspectos a tener en cuenta sobre el trabajo

Los estilos de vida pueden marcar diferencias individuales dentro de grupos sociales, por ejemplo, persona de clase social baja pero deportista, preocupada por su alimentación y no fumadora o en el otro extremo, ejecutivo con dolores de espalda por pasar 8 horas al día sentado, malos hábitos alimentarios por realizar muchas comidas fuera del hogar o mala gestión del estrés por necesidad de cumplir objetivos laborales.

El problema viene cuando el estilo de vida es difícil de cambiar por las condiciones sociales como por ejemplo no poder hacer actividad física porque no hay instalaciones deportivas en mi barrio o este es demasiado inseguro para que los niños jueguen en los parques. 

CONCLUSIONES

Una vez más se expone que la salud es algo más que un tema médico, pues como hemos visto en esta entrada y en otras anteriores ésta es dependiente de aspectos sociales, económicos y políticos.

La clase social influye en la morbi-mortalidad de las personas y algunos estudios llegan a ver en este sentido marcas epigenéticas atribuibles a dicha posición social.

El tipo de actividad puede influir directamente en la salud mental y física de estas, en su felicidad y por lo tanto en su calidad de vida.  

Por último, si quieres saber más sobre el tema y te defiendes con el inglés te aconsejamos el siguiente libro.

 

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