La película Soylent Green es un film de 1973 en el que se recrea una Nueva York futurista de 2022, donde habitan hacinados 40 millones de personas separados socialmente por una élite que come verduras frescas y carne, mientras el resto de la ciudad se alimenta de un producto ultraprocesado llamado soylent, debido a que los alimentos reales son un privilegio demasiado caro. ¿Estamos acercándonos a ese futuro?
Los datos hablan por sí solos, en 1903 se producían más de 300 variedades de maíz dulce, en 1983 solo 12 y con el resto de vegetales ocurre lo mismo (enlace). La producción reduce la variedad y el mercado provoca cambios en los consumidores que reducen esta aun más.
En todo el mundo, en muy pocas décadas, hemos cambiado nuestros patrones alimentarios y cada vez consumimos menor variedad de productos, es decir, consumimos más cantidad de trigo, arroz, maíz, azúcar, aceites refinados y producto animal que nunca desplazando así una gran cantidad de nutrientes necesarios y que solo encontraremos en otros alimentos.
Esto se agrava aun más cuando descubrimos que la competencia de mercado no existe y que son unas pocas marcas las que copan este haciendo que los usuarios tengan pocas opciones de cambiar la situación.
1400 millones de personas tienen sobrepeso y 900 millones pasan hambre (enlace) a pesar de que un tercio de la producción alimentaria se desperdicia a diario (estudio). Curiosamente aquellos que pasan hambre son los pequeños agricultores que hacen que el sistema alimentario actual se sostenga y pueda sobrealimentar los millones de personas con sobrepeso.
EL AZÚCAR ES EL ALIMENTO ABANDERADO DE LA INDUSTRIA ALIMENTARIA
Esta materia prima es la que mejor refleja lo que ha ocurrido con la agricultura y la alimentación en las últimas décadas.
¿Sabías que uno de los mejores clientes de la industria azucarera es la tabacalera? Este se usa como aditivo con objetivo de potenciar la acción de la nicotina. Un 3-5% de los cigarros y un 20% de los puros es azúcar (enlace).
La industria alimentaria se parece mucho a la tabacalera (estudio). No es casualidad que un gigante de los cigarros como Philip Morris haya absorbido empresas como Kraft, Taco Bell, Oscar Mayer o Toblerone (enlace). Al igual que hacían estas hace 50 años, las corporaciones alimentarias siguen las mismas prácticas, como ofrecer desde el inicio de nuestras vidas sus productos más adictivos.

El azúcar es sacarosa refinada, una molécula común en el reino vegetal elaborada al procesar industrialmente el jugo de la caña de azúcar o la remolacha. Fue descubierto por los persas hace solo unos siglos. Su éxito se debe a que son plantas muy resistentes y cultivables en grandes rangos de latitudes, quedando la remolacha en climas templados y la caña en tropicales.
En pocas décadas ha pasado de ser un condimento, especia o artículo de lujo a la base de la alimentación junto con las harinas refinadas de una gran parte del planeta y además se ha convertido en un artículo propio de clases bajas. El azúcar se ha vuelto tan importante que es una de las materias primas especulativas de los mercados financieros (soft comodities) como cacao o café.
En 1800 se produjeron en el mundo 250.000 toneladas y en 2003 142, 8 millones de toneladas. Empresas como Danone compran unas 400.000 toneladas de azúcar al año, el equivalente a la producción de un país como España (enlace).

ALIMENTOS INDUSTRIALES Y SALUD
Uno de los factores más determinantes de la salud es el estilo de vida y dentro de este el aspecto alimentario se posiciona como el más importante junto al movimiento.
El estudio enKid demostró que el 26,3 % de los niños españoles de 2-24 años tiene sobrepeso u obesidad. Los cambios sociales están haciendo que cada vez se vean en edades más tempranas enfermedades propias de ancianos. Según algunas estadísticas España está en el podium europeo de países con mayor obesidad infantil (estudio).
Además las mayores tasas se relacionan con zonas geográficas más pobres (brecha territorial y política) y con sectores poblacionales de menores ingresos y con menor educación (brecha social) (enlace).
Sabemos que la clase social puede predecir la dieta de las personas. Se asocian patrones alimentarios más ricos en calorías y más pobres en nutrientes en aquellas poblaciones de menores ingresos. Alimentos con muchas calorías y pocos elementos nutritivos, como los productos ultraprocesados que tanto la industria se empeña en vendernos, son la receta perfecta para desarrollar enfermedades metabólicas.
Otro problema es el impacto a nivel neurofisiológico. Hay ya muchos estudios en ratas que demuestran que los ingredientes que usa la industria alimentaria en sus productos pueden llegar a ser adictivos, el azúcar es uno de ellos (estudio), incluso más que la cocaína (estudio).

El problema de la mala alimentación no es la cantidad de azúcar o aceites refinados o aditivos, el problema es el conjunto, productos no alineados con nuestra biología que desplazan a los alimentos que sí nos aportan los nutrientes que necesitamos. Además los ultraprocesados destrozan nuestra homeostasis interna, alterando nuestras hormonas y receptores sensoriales consiguiendo saltarse los mecanismos de saciedad fisiológicos. Estamos comprando alimentos ya preparados hace tiempo en cocinas industriales que nosotros recalentamos en 3 minutos y que adulteran nuestro paladar.
Desde un punto de vista monetario la mala alimentación provoca problemas de salud y con ello aumento de los costes sanitarios, por ejemplo en España la obesidad supone un 8% del gasto total del sistema público y la diabetes un 16%. Para hacernos una idea entre diabetes y obesidad cada español paga al año 340€.
Tal es la correlación entre mala alimentación y enfermedades metabólicas que hasta grandes poderes como algunas compañías de seguros se atraven a hacer campañas de marketing agresivo en contra del consumo de azúcar (vídeo).
OTROS PERJUICIOS DE LA INDUSTRIA DEL AZÚCAR
La historia del azúcar es la historia de las guerras coloniales, esclavismo y las corporaciones gigantescas capaces de cambiar los estilos de vida, las leyes y hasta el curso de la historia.
El azúcar junto con otros monocultivos provocan neo-esclavismo, deforestación, éxodo rural y destrucción de culturas. A pesar de ser una materia prima tan rentable y exitosa está subvencionada, lo que aumenta el poder del lobby (enlace).
Los trabajadores viven en un sistema de semi-esclavitud en el que si no producen lo que toca no obtienen comida. El trabajo infantil es algo normal. La mano de obra es tan barata que es de las pocas industrias en el mundo no interesadas en mecanizar la recolección, los jornaleros machete en mano hacen lo mismo que hace 400 años.

Los conflictos y muertes violentas también son algo habitual en su producción, Brasil es el mayor productor mundial, en 2008 registró 36 muertes y 77 intentos de homicidio por conflictos por las tierras cultivables para este alimento.
Es el cultivo que más agrotóxicos usa (enlace) y además últimamente está entrando con fuerza en el mercado de los combustibles. El azúcar se convierte en etanol y se mezcla con gasolina, con la soja ocurre lo mismo y se mezcla con diésel (enlace). Solo el 51% de la producción se usa para la alimentación (enlace).
CONCLUSIONES
Desde el paleolítico nuestra alimentación se ha vuelto mas pobre a nivel nutricional y desde la Revolución Industrial el lobby alimentario siguió colaborando en este sentido. Los alimentos menos saludables casualmente son los más rentables de producir.
A partir de la Revolución Industrial las corporaciones dedicadas a la alimentación fueron absorbiéndose unas a otras creando en la actualidad auténticos monstruos financieros. Su objetivo de rendimiento económico y su enorme poder les permite actuar como un lobby y tener más poder de decisión que los propios gobiernos.
Los ultraprocesados suponen un gran problema de reduccionismo alimentario. Un limón no es adecuado por ser rico en vitamina C, sino por ser una matriz de nutrientes que le ofrecen a nuestro cuerpo lo que necesita. En pocos años, debido al aumento del consumo de procesados, hemos cambiado a una dieta con alto contenido calórico pero pobre en esos nutrientes que nuestro organismo espera recibir, lo cual explica multitud de problemas de salud emergentes.
